El voluntariado profesional va ganando terreno entre los programas de voluntariado corporativo, y hoy traemos cuatro claves para facilitar su desarrollo.
El voluntariado corporativo profesional cuenta con numerosos estudios e iniciativas que lo ensalzan, pero no podemos obviar algunos riesgos que suelen caracterizar la puesta en marcha de este tipo de programas:
- Las ONG prefieren percibir donaciones económicas a recibir voluntariado profesional. Hay estudios que muestran que las empresas valoran más el potencial del voluntariado profesional o los servicios donados que el valor que perciben las ONG receptoras.
- Hay empleados que prefieren realizar tareas de voluntariado no asociadas a su trayectoria profesional. Participamos en la encuesta a la plantilla de una empresa y era mayor la preferencia por el voluntariado profesional de los trabajadores de mayor edad y que ocupaban puestos en la línea de producción que de los profesionales jóvenes de servicios centrales. La expectativa inicial era la contraria.
- Concepción limitada del voluntariado profesional, restringido a funciones legales, contables, informáticas, de asesoría o comunicación… Restringir el voluntariado profesional solo a estas áreas reduce notablemente el número potencial de voluntarios implicados y deja fuera a la mayoría de los empleados. Además, concentra la oferta de las empresas en los mismos sectores profesionales.
- Escasez de los recursos asignados. La gestión del voluntariado profesional requiere una mayor dotación de recursos que el voluntariado tradicional, no tanto de recursos económicos como de tiempo: tanto tiempo de gestión y coordinación de este tipo de iniciativas como al tiempo dedicado por los propios voluntarios.
A continuación, proponemos una serie de recomendaciones sobre cómo abordar estos cuatro riesgos identificados:
- No forzar a la ONG a aceptar el servicio que se pretende ofrecer desde la empresa. Es mejor ofrecer a la ONG los potenciales conocimientos o servicios que puede prestar la empresa y acompañar a la ONG a concretar su demanda en base a sus necesidades y a las competencias de la empresa. Y, si la empresa no puede atender la demanda, buscar con la ONG otra solución pero no intentar implantar una solución que no se vea clara.
Esta correcta definición del servicio que se prestará es clave y no importa que requiera una inversión de tiempo adicional ya que facilitará la gestión del voluntariado posterior y hará que los voluntarios perciban que su trabajo impacta positivamente en la ONG. No hay nada peor que un voluntariado impuesto a la ONG que no vaya a impactar en su día a día, ya que el voluntario percibirá esta pérdida de tiempo y esfuerzo. - No restringir el programa de voluntariado únicamente al voluntariado profesional ni empezar el programa por este tipo de voluntariado. Como ya se indicaba en el segundo riesgo, las preferencias de los empleados suelen ser muy diversas y es conveniente plantear diferentes opciones de voluntariado que cubran sus posibles intereses. Además, si previamente se han desarrollado otras acciones de voluntariado, se habrán generado relaciones con las ONG que serán positivas para definir la colaboración a desarrollar.
Si creemos, junto con la ONG, que nuestros profesionales pueden realizar una tarea positiva y los empleados no están por la labor, recomendamos una petición de colaboración personalizada a los trabajdores con potencial para abordarla, una solicitud que les interpele personalmente y evdencia que ellos son los únicos capaces de… La implicación directa de la ONG en esta petición ayudará a que digan que sí. - Reflexión global sobre qué se hace en la empresa y qué se hace realmente bien yendo más allá de los departamentos clásicos: contabilidad, legal, comunicación, informática, etc. ¿Cuáles son nuestras competencias profesionales diferenciales? Gestión de procesos, capacidad de respuesta, innovación, saber entender el entorno… A la hora de identificar qué valor puede aportar la empresa también se debe responder a la pregunta de por qué la compañía ha decidido impulsar este programa. La respuesta a estas dos preguntas ayudará a identificar qué tipo de voluntariado profesional proponer a las ONG y a sus trabajadores.
- Disponer de un equipo responsable del programa de voluntariado profesional con suficiente tiempo para la definición de la tarea, las gestiones con la ONG y el acompañamiento a los voluntarios.
Iniciar este programa de voluntariado profesional con un piloto es una buena manera de calibrar qué tipo de acción llevar a cabo, cómo es recibida la propuesta por los empleados, cómo valoran las ONG este tipo de voluntariado y qué recursos son necesarios para su puesta en marcha. Es importante que este piloto sea claramente definido como tal y asi comunicado a voluntarios y ONG, y que admita cambios en su evolución posterior, cambios que deberían responder a la evaluación efectuada de este piloto. Una primera evaluación sistemática y bien definida será clave para que el piloto cumpla su papel de experiencia de aprendizaje.
Si quieres conocer más claves para la puesta en marcha de un programa de voluntariado profesional, puedes contactar con Abr[e] o leer la siguiente guía de A Billion + Change (en inglés) que, además, contiene varios ejemplos centrados en PYMES.